Tráfico de animales
- Animales humanos
- 1 oct 2018
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Los animales que hay en los zoológicos y en los acuarios muchas de las veces fueron separados de sus congéneres y son obligados a vivir encerrados toda la vida para que quienes pagan por verlos tengan unas horas de entretenimiento.

El tráfico ilegal de animales es uno de los más importantes a nivel global junto al narcotráfico. En 2009 se estimó que los traficantes de animales se embolsan cada año más de 10 mil millones de dólares. Las víctimas del tráfico de animales son secuestradas de sus hábitats naturales, separadas de su grupo y familia, y vendidas a particulares, tiendas, circos, zoológicos, etc. donde tendrán una vida basada en el sufrimiento y la privación. Muchos de estos animales secuestrados mueren durante el transporte o directamente son matados para ser disecados, para vender sus pieles, su carne, sus huesos u otras partes de sus cuerpos como si fueran amuletos. Sólo en Brasil se capturan más de 38 millones de animales al año, pero 90% de ellos muere durante la caza o el transporte. El tráfico de animales prospera ante la tolerancia social y sigue la lógica implacable del mercado. Los animales que pertenecen a las especies que cuentan con un menor número de individuos son los mejor pagados y, por tanto, son los más cazados, acentuándose el riesgo de su extinción.

En el 2004, la revista “Magazine” dio a conocer impactantes imágenes sobre cómo los elefantes son secuestrados, cruelmente separados de su hábitat y de otros elefantes que logran escapar de estos secuestros.

En las siguientes fotos puede verse a un elefante gritando, tiene apenas tres años, es la edad perfecta para someterse al phaajaan, un cruel ritual de doma practicado por la tribu Karen, del norte de Tailandia. Al final del proceso, el elefante sometido alcanzará un valor de entre 2.000 y 4.600 dólares entre sus compradores. Otro método para “entrenar” al elefante se basa en inmovilizarlo durante tres noches sin comida y golpearle para que no logre conciliar el sueño.
A veces se considera que es más inaceptable secuestrar a un animal que vive en su hábitat natural para encarcelarle en un zoo que encerrar de por vida a alguien que nació en cautividad. Pero lo cierto es que el sufrimiento que se experimenta por la falta de libertad no puede ser justificado en función del lugar donde se haya nacido. Quienes nacieron en libertad tendrán que sufrir la pérdida de su familia, el angustioso transporte hasta el zoo, la confusión de no entender lo ocurrido, etc. Quienes nacieron en cautividad, al igual que quienes nacieron en libertad, sufrirán toda su vida encerrados, al no poder satisfacer sus intereses fundamentales.
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